lunes, 16 de julio de 2012

UNA OBRA DE ARTE EN TIEMPOS DE CRISIS

Iba a decir: no se lleva el arte religioso. Pero tengo que cambiar la expresión y es que en realidad lo que no se lleva es el arte en general.
Con esto de la crisis se está experimentando un vacío también en el mundo del arte y el sentido espiritual. Algo impropio de la propia experiencia histórica, pues es precisamente en los periodos de crisis cuando se han producido las grandes expresiones artísticas más innovadoras.
No me cabe duda que haciendo un somero análisis encontraríamos una explicación a la actual sequía. Por un lado el arte subvencionado ha desaparecido, con la crisis del estado. Algo, hasta cierto punto, hasta digno de agradecer pues el arte oficial era, -no se cómo decirlo-, un montón de..., mientras el arte comercial, financiado por el dinero privado era pura y simple mercaduría. Apañados estamos.
Por eso es momento de crisis, pero también de renovación. Sencillamente un buen momento para las buenas ideas. Claro que hay que buscarlas.
Una de las mejores cosas que se puede hacer hoy en día, es recrearse y pensar en nuestra querida historia del arte. A través de Cuando Fuimos Bandoleros me planteé profundamente el sentido del romanticismo en nuestra sociedad, no voy a insistir más en ello. Sólo recordaré que fue un movimiento que surgió de la crisis. Ahora ando enzarzado en otro que tal, el barroco. También hijo de la crisis. ¿Cómo me gustaría alguna vez poder terminar mi tesis sobre ello?, pero... la crisis.
El barroco surgió por la necesidad de sentir que tenía una sociedad enferma e insensible, a la vez que cada más formada. Era necesario ampliar la dosis de estímulos. Por mucho que digan el barroco fue una consecuencia lógica del renacimiento. Era como una especie de drogadicción en la que el toxicómano necesitaba cada vez más dosis de estímulos.
Hablaba en un principio de arte religioso y es que precisamente la religión supo dar esos estímulos a los católicos y, por qué no, utilizó el arte barroco. Pero el barroco trascendió la propia religión y en si mismo fue capaz de lanzar estímulos sensitivos a quien demandaba arte, fueran o no religiosos.
En España, resulta complicado acceder al mundo del barroco si no es a través de la religión. Lo cual no quita para que no se puedan separar los conceptos. Apreciar el barroco se puede realizar desde la más profunda de las creencias religiosas o simplemente desde el respeto. Por eso invito a todos a contemplar una creación artística que ha tenido lugar en Villarrobledo en el santuario de la Virgen de la Caridad. La apuesta ha sido volver al Barroco, con una extraña mezcla de clasicismo y estos los resultados:


La cúpula propiamente dicha no aparece recargada en exceso. El templo tiene una base clásica y no tendría sentido un barroco extremo. La figuras vegetales señala como dedos la luz, el cielo.
Y en las pechinas la vía de comunicación con el cielo, los cuatro evangelistas.



Este es San Juan, que mira hacia arriba, mientras que el Águila mira fijamente a los mortales hacia abajo. La figura de San Juan no es demasiado barroca, está estilizada y no se aprecia muestra alguna de "pathos" en su expresión, más bien parecería, incluso, renacentista. En cambio la expresión del Águila en la sombra es terrible.

En cambio este es San Mateo, opuesto al anterior por completo, mirando hacia atrás e incluso pareciendo reprender al inocente Ángel. Por posición, por actitud, incluso por aspecto, una figura completamente barroca.

La lectura del conjunto parece clara, la mirada de la figura inocente e inexperta de San Juan parece mirar a Dios, esperando la ayuda divina, mientra que la de un viejo San Mateo propone cierta reprobación, más terrena, a la inocencia. Y mientras tanto el Águila de san juan mira con fijeza a los fieles a los que aterroriza.

Tengo que decir que me encanta el mensaje, incluso interpretado desde una visión laica y, por qué no, adaptada a los tiempos actuales. La torba mirada del águila se me representa como la crisis actual y el mensaje que se trasmite ante ella es cierta creencia en el ideal y en la ingenuidad del joven; aunque combinada con el recurso a la experiencia del viejo. Una mezcla de los nuevos ideales juveniles imperantes en la sociedad y la sabiduría de la experiencia. Póngase o no a Dios mezclado en todo esto, no es un sabio consejo para afrontar esta crisis que nos sacude.
Y bravo por el autor de esta maravilla, el cual no ha sido todavía dado a conocer por los miembros de la cofradía. Tendré oportunidad de felicitarlo personalmente en su momento, pero vaya como anticipo la felicitación publica por esta bonita lectura de lo que está pasando en nuestra sociedad.