Recientemente ando preparando la autoedición de un libro que escribí hace algunos años y que, al final, he decidido sacar a la luz por varias razones. Como más destacadas, dos, que serían, por un lado, la reaparición de un fenómeno como es el bandolerismo de nuevo en el mundo de las artes y, por otro, el nuevo movimiento el nuevo movimiento regenerativo que está planteando en torno al movimiento del 15M. Aunando ambas razones he creído conveniente sacar a la luz mi escrito ya que precisamente persigue replantearse la literatura y qué mejor a través de uno de los géneros menos evolucionados que pueden existir como es el caso de los bandoleros; aunque tampoco se trate propiamente de un libro de este género, sino más bien una novela histórica que transcurre en ocasiones entre bandoleros.
He publicado algún libro menor y alguna que otra publicación audiovisual sin demasiada importancia; pero es gracias a este empeño cuando estoy aprendiendo algo sobre el oficio de escritor. El meterte a editor, sin duda, es enriquecedor y también agobiante y permite conocer algunas cosas sobre el mundillo editorial que quisiera compartir.El valor de un libro.
Para hacernos una idea, sólo orientativa, un libro viene a costar entorno a unos 20 euros (más iva) que es lo que se viene pagando en las librerías por un ejemplar de una novela actual. Quisiera empezar por desgranar en qué se gasta cada cosa. Para aclararnos me gustaría dividir el precio final en cinco partes que son las que participan en el total. Así, un 20% iría a parar a gastos de impresión y difusión, otro 20 iría a parar al escritor, otro 20 para el distribuidor, otro para la librería y otro para la editorial, más o menos claro. Al ser autoedición la parte destinada a este capítulo se va a gastos legales y económicos, seguridad social, etc. Pero para continuar con la explicación seguiré hablando del capítulo destinado a editorial.
El único componente que puede variar esta posición de equilibrio es precisamente la editorial que puede arañar de cada uno de los capítulos. Puede tener una imprenta y una red de difusión con lo que puede llegar a apropiarse del 20% del capítulo 1, igualmente puede establecer una red propia de distribución o negociar, en el caso de las grandes editoriales, para obtener mejores precios. Ocurre lo mismo, en menor medida, con las librerías a las que les puede obtener un mejor precio por vender sus productos. Por último queda el pobre escritor que si bien ve garantizado por ley un 10% de derechos de autor puede perder todo lo demás en manos de una editorial. Con todo, una editorial fuerte puede moverse entre su 20 y un 70% del beneficio final de un libro.
La simple mercancía en la que se convierten los libros hace que el capitalista pueda ampliar sus beneficios llegando, incluso, a esclavizar al escritor que pensando en cosas de escritores, fama y dinero -desgraciadamente-, cede su valor real al mercado y prefiere ganar el 10% de 10.000 ejemplares que el 20% de 1000, diferencias que aumentan en el caso de los best sellers con los que un escritor sencillamente se forra. Sin embargo, flaco favor le hace con ello a la profesión y a la literatura en última instancia ya que los intereses de las editoriales no van precisamente en buscar la calidad e innovación sino la venta.
Como empresa los intereses de ganar dinero son legítimos en el caso de las editoriales y no hay nada que reprochar, sin embargo, hay otras cuestiones que abundan más en perjuicio de la literatura.
Pero no se vayan todavía, aún hay más.
Si la situación es mala, las ediciones de bolsillo no vienen sino a pulverizar el supuesto equilibrio inicial, ya que con cuatro retoques de gasto en presentación -podrá suponer sólo dos euros más por libro- hacen una competencia desleal a los pequeños editores y mucho más a la autoedición poniendo los libros a más de la mitad de precio, algo impensable para un escritor pequeño que no puede hacerlo. No quiero ni entrar a pensar lo que ocurre con los clásicos que no pagan derechos de autor y que puedes encontrar con las adecuadas técnicas de marketin y distribución a precios de venta al público irrisorios. Por si esto fuera poco le restan valor al libro de papel, que se limita a cartón y papel, algo que acabará sucumbiendo ante el libro electrónico.
Con todo, la literatura se ha acabado prostituyendo y ha ido perdiendo el esplendor del pasado. Me pregunto ¿Desde cuándo no ha existido un escritor que haya podido pasar a los anales de la historia de la literatura? Como decía Fukuyama, ideólogo neoliberal, hemos llegado al final de la historia en lo que se refiere a la literatura. Claro que esto no tiene por qué ser así.
¿Qué hacer?
Muchas veces se ha cargado contra la piratería, que en realidad no es un problema. Cuatro fotocopias o tres descargas ilegales no deberían hacer competencia a un objeto de culto como es el libro, el verdadero daño lo hace la piratería legal del libro de bolsillo, reducido a cuatro fotocopias de mal papel, envueltas en un pobre cartón.
En efecto, es tiempo de replantearse todo. El movimiento 15M nos está enseñando muchas cosas. Incluso nos ha permitido aprender a hablar gracias a las asambleas populares y a, sobre todo, aprender a escuchar. nos ha permitido poner en valor la democracia y plantearnos si se trata de un ejercicio real. Pertenezo a un grupo llamado Periodismo Real Ya, que se plantea el correcto desempeño de la profesión periodística en el que hacemos simplemente lo que podemos. Creo que le ha llegado el turno a la literatura. En otros lugares he hablado de propuestas artísticas, aunque ahora creo que se trata de cuestiones profesionales y sobre todo de relación con las editoriales.
Por supuesto que no se trata de una cuestión altruista y el escritor tiene el legítimo derecho a enriquecerse; pero con unas pocas medidas quizá lograría mejorar la situación suya y de los demás y también de la literatura en general. Pero también tiene un deber para con la literatura ya que sólo recuperando el valor de la figura del escritor podrá revalorizarse esta actividad.
La apuesta por la autoedición es una locura, lo estoy comprobando personalmente, y a cualquiera un contrato millonario le haría claudicar. Sin embargo, esconde una trampa en la que nos jugamos más que nuestra satisfacción inmediata algo que se podría solucionar de muy sencilla, conjugando todas las variables.
Escritor, pide al menos un 20% del valor final de la edición y evita la piratería legal de las ediciones arrastradas de bolsillo . No somos mercancía en manos de las editoriales.
No te lo van a dar; pero es importante empezar a concienciarse, nos estamos jugando la literatura.