jueves, 19 de abril de 2012

La entrañable historia del “Forrest Gump” español.

Se había dado a conocer la iniciativa de la asociación Afanión, Asociación de Familas con enfermos de Cáncer de Castilla La Mancha, de realizar una serie de maratones desde la población de Onil en Alicante hasta Toledo para recaudar fondos para los niños afectados de cáncer; pero poco se sabía sobre la identidad del auténtico protagonista de esta historia, un corredor aficionado, de 55 años de edad llamado José María Silvestre, quien va a recorrer todo el trayecto integro, más de 550 kilómetros, casi 600.

José María es trabajador de la empresa de juguetes Famosa, con sede en la población de partida del itinerario, Onil, y entabló amistad con el que hoy es su acompañante en el coche, Miguel Ángel Rodríguez, y con su esposa, ambos de Toledo, a los que le unía el hecho de ser socios de Afanion, además de grandes aficionados al atletismo. De repente, se les ocurrió una forma de unir amistad, compromiso social y laboral en una causa y surgió el proyecto Forrest 2.0. Consiste en unir ambas poblaciones a través de etapas que suponen cada una de ellas, aproximadamente, una maratón, es decir 42 kilómetros y 195 metros.

A la llegada a Villarrobledo ya llevaba un total de 5 maratones; pero al término de su periplo habrá completado un total de 13, con algunos días de descanso entre medias.

José María confesaba que anteriormente había completado maratones, aunque era la primera vez que las hacía seguidas, por lo que supone un auténtico reto personal. La finalidad de la misma, ayudar a los niños con cáncer, bien merecía la pena.

De repente todo encajó, el hecho de trabajar en una empresa de juguetes, que se ha volcado con la iniciativa, el fin solidario de la misma, a través de Afanión, y, sobre todo, la voluntad del juguetero, metido a filántropo, han hecho de esta iniciativa una de las más hermosas que se puedan contar y que tendrá continuidad a lo largo de las provincias de Alicante y Albacete, ya completadas, y posteriormente Ciudad Real y Toledo en una historia que a buen seguro trascenderá los límites de su itinerario.

De momento, son especialmente los niños de las escuelas los que más se están volcando con José María y todas se apuntan a completar los últimos metros con el atleta, aunque el objetivo de la asociación es que el corredor nunca vaya sólo para lo que varios atletas se volcarán en acompañarle en diferentes tramos de su itinerario.


Un noble fin en una iniciativa sin precedentes, pues a diferencia del Forrest original, José María si que sabe adonde va y a quien quiere ayudar, demostrando con su ejemplo que con un duro esfuerzo siempre se puede llegar a superar grandes distancias y llegar a la meta, algo que también les ocurre a las familias que tienen un niño enfermo de cáncer.


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